jueves, 4 de noviembre de 2010

Abandoibarra

Paseando por Abandoibarra.
Vega de Abando ó de San Mamés.
Campa de Averly ó de los ingleses.

Una buena mañana a bordo de algún viejo patache, atracada en los muelles de la Campa de Averly, desembarcó el foot ball en Bilbao.

Aquel deporte cuyo léxico era total en inglés. Goalkeeper, back, half-back, forward, dribbling, linesman, referee, corner, free-kick, goal, offside, team, fault. Hasta bien poco se oía en San Mamés estas palabras, pero los mayores ya no nos acompañan y el relevo se ha castellanizado, por imperativo de los medios de comunicación. El football ahora es fútbol o balompié, y el deporte, un espectáculo de masas, de compras y ventas, y de retransmisiones televisivas.  

La campa de Averly, fue conocida por la “Campa de los Ingleses”, en ella estuvo el cementerio británico, con su famoso Paseo de los Siete Árboles, el campo de “tsinbo ibarra” donde jugaba el Acero. Se le ha conocido en la historia de Bilbao por la Vega de San Mames. Abandoibarra, ha sido puerto de descarga de mercancías, principalmente plataneras, de buques de pasajeros, estación de ferrocarril de mercancías y de viajeros, Puerto Franco, estación de contenedores, pista de aterrizaje del aviador Manuel Zubiaga, “Chabolismo”… El circo Krone, y su pasarela desde la Alameda de Mazarredo. Las barracas antes de las famosas de la avenida Jose Antonio, hoy dia Sabino Arana.
Por los años 50, los domingos a la mañana, EL “Estrellas de Cuba” jugaban al beisbol
Hoy día se va remodelando poco a poco. Ya no se abre el Puente de Deusto a  los barcos, que  no llegan hasta esos antiguos muelles.
La Ría, está en calma, nadie la surca, los remolcadores lo Ibaizabal, El Sixto y el Ferreto, son historia en el quehacer del atraque y desatraque de  los grandes barcos. Ni siquiera el Chimbito ni el Pil Pil.
Se entrenan los bateles de los clubs de remo de Lutxana y Deusto, y su armonía y belleza con la ría es perfecta.

Ahora siguen las obras de remodelación. Un día al año, con las regatas de Ingenieros y Universidad de Deusto, las hojas del Puente, durante un periodo llamado del Generalísimo, se abren al cielo sus hojas.

“El tigre”, esa escultura de Joaquín Lucarini, encargada por el arquitecto Pedro de Ispizua, como coronación de su edificio, está callado. Desde su altura domina la situación. Pero opina que esto ha cambiado mucho. No hay humos de las chimeneas de los barcos. La Carola, me acompaña, pero poco me dice. Ella está sin trabajo, eso sí muy pintada.

De la historia del Bilbao Marítimo, en aquellos ruidosos astilleros de Euskalduna, hay un majestuoso casco de hierro, donde se dan cita la opera, el teatro, el ballet, la zarzuela, las conferencias, las convenciones. Dicen que allá se reúne la cultura, y el buen comer.

Nos amplían el Parque. Ya no existe la estación de Renfe. Bordea el paseo un tranvía verde. Los árboles del Euskalduna son de mentiras, de hierro. El museo Marítimo nos cuenta un poco de nuestro pasado
Cuantos paseantes, deportistas teóricos con sandar y zapatillas de marca.
Más puentes cubren nuestra ría. El Euskalduna, El Arrupe, Zubí zuri...
El Gugenheim, sus fuentes, sus titanios, el perro de las flores,  el Puente de La Salve, La araña, El monumento a un socialista ilustre, las esculturas raras, pero dicen que modernas, ¡que de cosa tenemos que ver!

La torre de Iberdrola, La Plaza Euskadi, la Biblioteca de la Universidad de Deusto, el Paraninfo de la UPV, acompañan a los  Hoteles Meliá, Dominé y Miró, y a la Universidad de los jesuitas, la del Padre Bernaola, al Hermano Gárate, a la ribera de Botica Vieja, al Tigre, a los” noruegos” de Olabeaga, e incluso al viejo San Mamés, y a la Misericordia. Ya no anuncian las palomas mensajeras a los enfermos de Santa Marina, los goles del Athletic, ni suena la música de la banda de muchachos de esa institución. La Feria de Muestras nos abandonó a Ansio en Barakaldo, e incluso se llama Bilbao Exhibition Center, su lugar será en parte para en San Mames Berri, y para la UPV.

Abandoibarra. Seguirás teniendo enfrente a los de Deusto y a los Uribarri, los de Begoñaibarra, a esos  que un día les dijeron que ya eran de Bilbao.
J.L.L.